Salones, ferias y mercados. Por Sergio Romagosa

Por Delfi_r el viernes, 18 de Julio de 2008, 12:00 – Coches ClásicosEnlace permanente

Hoy rompo una lanza por los eventos en recinto cerrado destinados a la muestra e intercambio que se celebran en nuestro país.

Chevrolet Corvette (by delfi_r)

Cuando en 1982 abrió sus puertas el primero de ellos (el Auto Retro barcelonés), nadie podía suponer que 25 años después se habrían consolidado más de diez eventos anuales de estas características a lo largo y ancho de la geografía española, cuya oferta atiende de forma bastante adecuada las necesidades de la afición real (y potencial) de la que se nutren.

Ford 1951 'topchop' (by delfi_r)

Discrepo de quienes todavía miran con cierta envidia el panorama de los salones al norte de los Pirineos, no porque mis expectativas sean menos ambiciosas, sino porque considero que la realidad hace que esas aspiraciones sean poco viables y, en cierto modo, no deseables. A mi modo de ver, no son realistas porque -por poner ejemplos- la Techno-Klassica de Essen o el Retromobile de Paris tienen unas zonas de influencia muchas veces superiores -por demografía y capacidad económica- a las que disfrutan cualquiera de los certámenes de nuestra periférica «Piel de Toro».

Chevrolet topchop (by delfi_r)

Pienso que pudieran no ser deseables porque, últimamente, suelo salir de estos macro-eventos europeos con la sensación de que su enorme oferta se está orientando demasiado a atender a la élite de los aficionados más pudientes (en la última Techno-Klassika era difícil encontrar vehículos por debajo de los 30.000 Euros y no eran nada infrecuentes precios con seis y hasta siete dígitos) y esto, en un mercado como el español, podría dejar muchas necesidades desatendidas, dificultando con ello de forma considerable el mantenimiento e intercambio relacionado con los vehículos históricos que -hoy por hoy- centran los desvelos de la mayoría de los aficionados españoles.

Del mismo modo que digo esto, apunto aquí lo mucho que me extraña que otro perfil de evento también muy arraigado en Europa no haya llegado a «cuajar» todavía en España. Me refiero a los mercadillos al aire libre (los famosos «auto-jumble» británicos). En mi opinión, la feliz iniciativa que puso en marcha la familia Claret a finales de los setenta -la Llotja de Sils– y que el mes que viene celebra su XXX edición con una salud estupenda, debería haber tenido múltiples réplicas en un país con tan buen clima y un alto porcentaje de la afición centrado en el mantenimiento de vehículos de bajo valor económico, que no histórico.

Los comerciantes ambulantes que «nutren» los centenares de eventos de este tipo de toda Europa deberían ver con buenos ojos la posibilidad de combinar negocio y vacaciones que les brinda España; y los organizadores españoles deberían haber visto la oportunidad de hacer su negocio sin correr con tanto riesgo como el que les supone apoyarse en la costosa infraestructura de un recinto ferial. Todos los aficionados nos beneficiaríamos de una oferta muy rica a un coste reducido. Quienes hayan visitado el «auto-jumble» que se celebra en Beaulieu (Inglaterra) a principios de Septiembre saben bien a qué me refiero y el increíble potencial que tienen estos eventos. Supongo que todo llegará. ————— Como viene siendo habitual, termino recordándoos que:

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