Ford Torino Talladega, by P.R.I.C.A. (2ª parte)

Por JorgeLuis el sábado, 9 de Febrero de 2008, 23:18 – Slot y Sport AutoEnlace permanente

Dada la considerable extensión del reportaje que la Plataforma para la Reproducción Inmediata de Coches Americanos dedica al Ford Torino Talladega, continuamos con el análisis de la reproducción en slot que Carrera hace de este bólido yankee.

El fabricante germano nos ofrece hasta la fecha 5 decoraciones del modelo.

REF. 25739, el FTT que con el dorsal 17 fuese pilotado en 1969 por David Pearson, y con el que obtuvo el campeonato de pilotos de la Grand National NASCAR de 1969:

Puede compararse con estas fotografías del original, para ver el acierto en la reproducción:

REF. 25740, el FTT pilotado por Leroy Yarbrough con el dorsal 98, y ganador en Daytona:
REF. 25769, el FTT que condujo Donnie Allison con el dorsal 27, resultando vencedor en la prueba de la Charlotte National 500:

Con la REF. 25770, el FTT con el dorsal 13, y un severo color negro, construido por Smockey Yunick:

El último hasta la fecha, con laREF. 27187, pilotado por Richard Petty en 1969, con el dorsal 43:

Y aquí se muestran los cinco reunidos:

Como es costumbre en Carrera, la primera impresión percibida es la de solidez y grandeza. En cuanto al primer apartado, un registro de 110 gramos de peso en la báscula es suficientemente elocuente. En lo concerniente al segundo, sus 165 mm de longitud equivalen en escala 1:1 a 5,27 mts. de largo, lo que representa una traducción casi exacta de las medidas originales del vehículo, cuyas formas y proporciones han sido sabiamente captadas por el modelista.

Talladega frente a la regla: es muuuuyyyy laaaaarrrrgo

Una foto que no he podido resistirme a hacer es una comparación entre este mastodonte yankee y un GT europeo contemporáneo, como el Alfa Romeo Guilia GTV: las imágenes hablan por sí solas, y no es que los coches estén realizados a distinta escala …

Sin que puedan encontrarse muchos aditamentos, dada la sencillez propia de los vehículos NASCAR, el nivel de detalle en el exterior es bastante bueno, con una excelente pintura y tampografía, sin goterones ni cambios de color. Como elementos más llamativos enumeramos el cromado de los paragolpes -que además constituyen piezas separadas, junto con las rejillas delanteras y traseras-, los perfiles de los parabrisas y ventanillas y los tubos de escape que parten de la parte inferior del lateral del vehículo, o el tapón de llenado del depósito de gasolina.

Los neumáticos, rallados y de tacto no muy duro, son de perfil alto y no muy anchos, y tienen las cubiertas tampografiadas con la marca del fabricante (Goodyear). Se combinan con las correspondientes llantas macizas pintadas en color blanco, negro, dorado o azul, dependiendo de la decoración del vehículo, rematando así el aire clásico propio del automóvil reproducido.

El interior está conformado por una bandeja a media altura, con un conductor al que se reproduce de cintura para arriba, tocado con un casco abierto, y deja ver algunos detalles interesantes, como el espejo retrovisor interior, la palanca de cambios con el túnel central de la transmisión, las barras antivuelco, el extintor de incendios y un salpicadero de formas sencillas con los relojes grabados, pero sin tampografía: no es el interior de un Autoart o un Fly, pero es más que suficiente para un coche de slot.

Visto desde abajo, el chasis a dos alturas es el característico de los productos Carrera, con su doble imán, corredero que se desliza el situado por delante del motor, y fijo extraible mediante dos tornillos situado detrás del motor y antes del eje trasero. Completa el conjunto el mando que invierte la polaridad, colocado en el lateral derecho del chasis.

(vista desde abajo del chasis del FTT)

La carrocería se sujeta al chasis con cuatro tornillos, dos situados en el extremo anterior, por delante del eje delantero, y dos atrás, casi al final del coche. Además, el chasis queda encajado por la carrocería, entre sus paños laterales, y entre las piezas que conforman el parachoques y frontal delanteros y el paragolpes y trasera del vehículo, que se colocan mediante unos aros que pasan por los tetones donde se alojan los tornillos que sujetan carrocería y chasis. El resultado es un conjunto rígido, que impide toda basculación.

Tras desmontar el coche comprobamos que éste queda despiezado en las cuatro mencionadas partes: carrocería, frontal, trasera y chasis.

La visión de las «tripas» del coche no arroja sorpresas para los habituados a los productos del fabricante alemán: el motor corto tipo Mabuchi en posición longitudinal, el piñón y la corona de plástico y la maraña de cables son más previsibles que la canción «Mediterráneo» en un concierto de Joan Manuel Serrat, y aún así aquí el cableado es algo menor que en otros modelos de Carrera, al carecer de sistema de luces.

Finalmente, el comportamiento del coche en pista no es bueno ni malo, sino todo lo contrario, o sea, un verdadero homenaje a la Teoría de la Relatividad de Einstein: porque el coche es relativamente rápido (teniendo en cuenta su peso y el motor que lo mueve), [i]relativamente ágil (para su enorme tamaño y siempre que corra sobre pista Carrera) y relativamente fino y silencioso (si se compara con según qué coches).

Lo que sí es absolutamente cierto es que fuera de su entorno natural, o sea, un circuito Carrera de largas rectas y curvas amplias, su doble imán, su peso, su tamaño y esa guía que recuerda la quilla del Titanic, jugarán claramente en su contra. A la inversa, en una pista Carrera, con su peculiar grip y sus raíles de menor poder de atracción magnética, el Torino Talladega muestra una sana tendencia a derrapar de detrás, máxime si se le desmonta el imán trasero, y su conducción es divertida y natural. Lejos de quitarle encanto, mi opinión personal es que esto no deja de ser sino el reflejo del comportamiento real de estos brutales deportivos, en los que imparaba la fuerza bruta y los CV a la ligereza o la agilidad ¿O es que alguien se imagina a este bicho correteando por sinuosas carreteras de montañas monegascas?

Para poner un punto y final a tan extenso reportaje, lo mejor era enfrentar a nuestro protagonista a su competidor de 1969, el Dodge Charger 500 de Carrera. Dadas las similares cotas y peso, y su calcada disposición mecánica, era lógico pensar que el comportamiento en pista no diferiría mucho entre uno y otro modelo, y así fue.

(Dodge y Ford cara a cara: las diferencias son casi inapreciables)

En mi circuito casero de la marca Carrera, de casi 13 metros de longitud y con mando Parma Economy y el transformador de serie, corriendo en configuración magnética, el Dodge resultó ser ligeramente más rápido, consiguiendo una vuelta rápida de 5:62 segundos frente a los 5:70 invertidos por el Ford Torino Talladega. De igual modo completó las 100 vueltas en 10:41:98 frente a los 10:49:36 que necesitó el Ford, aunque estas diferencias pudieron deberse a que la primera prueba la hice con el Ford, mientras que cuando le llegó el turno al Dodge estaba yo algo más rodado y ducho con el mando.

En suma, otra reproducción imprescindible para los amantes de los coches clásicos made in USA, evocador de unos tiempos todavía heroicos en el automovilismo deportivo que probablemente no volverán, pero que siempre podemos reconstruir en nuestra casa …

Comentarios

1. El jueves, 27 de Agosto de 2009, 05:34 por ANA

TENGO UN AUTOMOVIL FORD TORINO MODELO 70, CUATRO PUERTAS, AUTOMATICO MOTOR 8 EN V, PERO CUANDO BUSCO EN INTERNET NO ENCUENTRO NINGUNA INFORMACION QUIERO TENER ALGO SOBRE ESTE AUTOMOVIL, PUEDE COLABORARME